Al cumplir 50 años, y tras cinco años metida por completo en el mundo digital y las operaciones, decidí cogerme tres meses sabáticos, que me llevaron a Chicago y Silicon Valley. Tenía por delante tres apasionantes meses para resetearme, abrir aún más mi mente y adentrarme en la innovación en uno de los lugares más inspiradores del mundo y que siempre quise conocer, San Francisco.
En mi mochila llevaba grandes ilusiones, algunas aspiraciones y una tarea pendiente, decidir cuál sería el siguiente paso en mi carrera profesional a los 50 años. Vaya por delante que entre mis rasgos de personalidad destaca la poca aversión al riesgo, por lo que no iba excesivamente preocupada por cómo me desenvolvería en Silicon Valley y lo que haría a mi vuelta a Madrid. Si algo he aprendido con creces en el periodismo durante 17 años y a base de practicar a diario es a buscarme la vida y a ser perseverante. Y no se me da mal. Conseguir información relevante y exclusiva no es tarea fácil y requiere de ingenio y a veces de insistencia ¡Estaba muy entrenada!
Como “Dios los cría y ellos se juntan”, una amiga igual de inasequible al desaliento me insistió en no irme de Chicago sin asistir a un macro evento de cuatro días, de esos que te cambian la vida. Su título: Descubre el poder que hay en ti, y el ponente: Tony Robbins. Para mí este gurú internacional era desconocido porque, la verdad, soy poco amiga de los cursos emocionales. De nuevo sale mi background como periodista, acostumbrada siempre a los datos, a los números y a la realidad más que a las percepciones, sensaciones y emociones. Pero como también soy una early adopter y pienso que de todo se aprende, tomé la decisión de ir, diluirme entre la masa de 9.000 personas congregadas en el estadio de los Chicago Bulls, y acatar el resultado.
Acabé inmersa en un programa curioso, divertido, impactante, espeluznante y agotador (adelgacé casi 3 kilos bailando hasta la extenuación y casi sin tiempo para comer). Eso sí, en el fondo de este macro evento había trabajo, disciplina y bastante sentido común. No sabría realmente como definirlo. Es difícil contarlo, hay que vivirlo.
Ya instalada en Silicon Valley, cogí el tocho que trabajamos durante los cuatro intensos días y, antes de olvidarme de su contenido, extraje alguna idea con la tranquilidad de no estar bombardeada por mails, llamadas y mensajes continuos. Me propuse hacer un DAFO de mí misma y un cuadro lo más realista posible sobre seis o siete trabajos que podría y querría hacer como siguientes pasos en mi carrera profesional a los 50 años, con pros y contras para llevarlos a cabo y con acciones para conseguirlo cuando volviera a España.
Entre todo lo que podría y querría hacer no estaba una atractiva oferta de empleo que tenía encima de la mesa y que, en otro momento de mi vida hubiera elegido, pero que llegada a los 50 años, desestimé.
Llevaba bastantes meses con un run run en mi cabeza muy particular. Había disfrutado muchísimo durante 30 años de mi carrera profesional. No todo fue un camino de rosas, pero en una balanza, no tenía más que motivos de agradecimiento. Lo positivo superaba en mucho a los aprendizajes más costosos. Lo que podría y querría hacer, y dejé plasmado en un papel, es lo más parecido a lo que hago actualmente en mi carrera profesional: Acompaño a todo aquel con un run run en su cabeza a orientar los siguientes pasos en su carrera profesional (a través de www.experienceahead.com). También, me metí de lleno en el ecosistema emprendedor e inversor con www.wa4steam.com, para apoyar a emprendedoras que quieren convertir sus ideas en negocios tecnológicos.
Aquello que yo experimenté entre Chicago y Silicon Valley no es muy diferente a lo que sienten muchos profesionales y directivos cuando su carrera profesional llega a los 50 años.
Desde la época en la que fui subdirectora de Expansión y directora de Expansión y Empleo han sido cientos los profesionales que he asesorado. Especialmente en los últimos 2 años, con el programa Plan X de Experience Ahead, he llegado a la conclusión de que:
- Las motivaciones de la mayoría de los profesionales cambian cuando rondan los 50 años, especialmente la de aquellos que desde su juventud querían “comerse el mundo”.
Bien porque se lo han comido ya, bien porque a los 50 valoran más otras cosas quizá abandonadas durante años en pro del crecimiento personal, tienen la necesidad de parar, pensar y hacerse otros planteamientos.
- Las aspiraciones de un profesional que ronda los 50 años no suelen ser seguir creciendo, ni alcanzar más prestigio o posición, ni siquiera ganar mucho más. Su máxima aspiración, independientemente de su contexto o situación, es casi siempre ser feliz, englobando en esto hacer algo que le gusta, sentirse querido y apreciado y poder trasladar su sabiduría y experiencia en beneficio de otros. A esa edad, uno se sabe valioso por cómo es, por todo lo que ha hecho bien y ha aprendido con los años y por su capacidad de aportar, no sólo por lo que posee o produce.
- Sin embargo, la realidad profesional de muchos seniors que rondan los 50 o más empieza a ser tirando a penosa, porque les ha tocado vivir una etapa compleja. Ni son nativos digitales ni las empresas valoran del todo su experiencia y sabiduría (que no es lo mismo que conocimiento). Quizá esto se une a que algunos de ellos están cansados del esfuerzo titánico de muchos años dándolo todo y olvidándose de conciliar trabajo y vida personal, les vence el desánimo y la desgana… y las empresas lo notan. Quieren seguir contando con profesionales que “se comen el mundo” y a los 50 uno ya no está dispuesto a comérselo a cualquier coste, como cuando tenía 20, especialmente si ha dejado demasiadas cosas en el camino.
A las empresas les toca poner foco en una realidad que llevo viendo agrandarse desde hace 5 años, cada vez hay más seniors fuera del mercado laboral y con menos posibilidades de volver a él por cuenta ajena. Deberían revisar sus códigos de Responsabilidad Social Corporativa y pensar alternativas, evitando compararles con el ímpetu de los jóvenes de 20 y centrándose en el valor y la sabiduría que siguen aportando. A los que rondamos los 50 o más nos toca seguir formándonos, entusiasmarnos con la innovación que viene (que es apasionante y necesita de cabezas asentadas para no perder el norte), ser flexibles profesionalmente e ir preparándonos para trabajar por cuenta propia. En la era de los 100 años, aún nos queda por delante la mitad de la vida.
Ya das una buena receta, Pilar: hay que seguir formándose (long life learning), mantener la curiosidad, ser flexibles profesionalmente y preparar modelos que aporten valor desde la cuenta propia.
Y, creo que también, luchar contra una tentación en esa segunda parte de la vida que es denostar los hábitos de las generaciones que empiezan a incorporarse al mercado de trabajo y que configuran nuevas tendencias y hábitos de consumo. Y desde ahí, creer en la propia capacidad de aportar experiencia y de integrarla con nuevo conocimiento.
Completamente de acuerdo, Jorge.
Creo que la humildad es una de las virtudes más necesarias llegadas a esta edad. Hace años a un jefe se le pedía que supiera más que las personas a las que dirigía. Hoy esto es imposible. Se puede tener más sabiduría pero no más conocimiento. Las nuevas generaciones llegan al mercado laboral muy bien preparadas y con una cabeza diferente y al escucharlas no sólo aprendes, sino también rejuveneces.
Lo sé por experiencia!!
Gracias Pilar Trucios porque eres un ejemplo a seguir para todos los que ya cumplimos 50.
Mientras algunos estan pensando en jubilarse, tu sigues empeñada en que sigamos trabajando y reinventandonos y gracias a tus mensajes, a mi al menos me haces reflexionar.
Que pena que las empresas no nos quieran cuando estamos en nuestro mejor momento personal, donde las cargas familiares ya son pocas o no existen y profesional, donde la experiencia es un grado.
Estoy segura que esto tiene que darse la vuelta y lo conseguiremos con personas que se hacen eco de ello como tu. Graciasssss
Carmen, aspiro a llegar a los 90 con la mejor salud, cabeza, actitud y buen humor. A menudo nos olvidamos que de lo que hagamos ahora depende en gran medida lo que seremos después. Vivir y trabajar con ilusión cada día también contribuirá a hacer más fácil el papel de los q tenemos alrededor y de los que acabarán cuidándonos.
Hola Pilar.
Enhorabuena por el Post.
Yo acabo de hacer el Reset y emprendo por quinta vez a los 60 años y os invito a todos.
Después de crear 4 StartUp,s y vender 3 de ellas.
Después de invertir en 76 StartUp,s en los últimos 10 años.
He montado esto:
http://www.jesusalonsogallo.com
Un Newsletter diario Gratis.
Ya dada de alta en tu newsletter. Encantada de leerte cada mañana!!
Y de aprender de un «joven» emprendedor 🙂
Jesús, un placer encontrarte en este artículo de la gran Pilar. Yo también me he suscrito a tu newsletter. Gracias ambos por tanta sabiduría.
Escuchar para entender y aprender… y para rejuvenecer. Sea.
Qué gran artículo. Los 50 de ahora son los 40 de nuestros padres.
Jubillarse?
Yo tengo 63 y medio.
Tengo un nuevo proyecto.
Trasladar mi experiencia de 40 años ,en el departamento de ventas, en beneficio de las personas o empresas que lo necesiten.
http://www.misterventas.com
Con Newletter diario gratis
Gracias Pilar. Creo que hacen mucha falta personas que, con mas de 50, no estén pensando en sobrevivir del estado, sino en seguir haciendo un trabajo productivo que les apasiona, si bien es cierto que las empresas deberían darle una vuelta porque la energía que requiere convertirse en freelance despues de 30 años de trabajar por cuenta ajena es mucha. Me apunto a seguir en activo por lo menos hasta los 90 y con buena salud, a seguir aprendiendo, a ser generosa con los que vienen y aportar tranquilidad y experiencia para meditar los cambios.
Muchas gracias
Completamente de acuerdo, Ainhoa. Es importante seguir siendo productivos.
La mayoría no podrá sobrevivir con lo que el Estado les aporte otros 40 o 50 años por mucho que recorten gastos.
Gracias por el comentario.